En la actual búsqueda de nuevas soluciones energéticas ante la dependencia del gas ruso y las consecuencias del cambio climático, existe una alternativa llamada a jugar un papel protagonista en la transición energética: el hidrógeno verde. Se trata de un combustible limpio y con un gran potencial que se perfila como un actor fundamental de cara al futuro pero, ¿qué es exactamente el hidrógeno verde?
Lo primero que debemos saber es que el hidrógeno es el elemento químico más abundante del universo. Además, es ligero, se puede almacenar y, por sí mismo, no genera emisiones contaminantes. Sin embargo, el hidrógeno no siempre es un combustible limpio, y eso se debe a que el hidrógeno es un vector energético. Esto quiere decir que no es una fuente de energía primaria, sino que requiere de un proceso químico para su producción.
Esto se explica por el hecho de que el hidrógeno no se puede obtener directamente de la naturaleza, ya que siempre aparece en compañía de otros elementos, como el oxígeno o el carbono. Así, para obtener hidrógeno y usarlo como combustible, es necesario separarlo de dichos elementos mediante un proceso químico, y es ese proceso químico el que determinará si se trata de un combustible limpio o no. En ese sentido, según el proceso utilizado para su obtención, el hidrógeno se puede dividir principalmente en tres tipos:
Hidrógeno gris: Se obtiene a partir de combustibles fósiles, especialmente mediante el reformado de gas natural. Es muy barato de producir, pero emite una gran cantidad de CO2 a la atmósfera.
Hidrógeno azul: Al igual que el hidrógeno gris, se obtiene mediante combustibles fósiles, pero se utilizan técnicas para capturar y almacenar las emisiones de CO2. Así, se reducen las emisiones, aunque no se eliminan por completo.
Hidrógeno verde: A diferencia de los dos anteriores, se consigue mediante un proceso denominado electrólisis, que, mediante un electrodo, separa las moléculas de oxígeno e hidrógeno del agua. Cuando este proceso se realiza con energía eléctrica renovable (como la eólica o la fotovoltaica), se denomina hidrógeno verde. Así, al utilizar energías renovables y no generar residuos (más allá del vapor de agua), el hidrógeno verde es un combustible limpio y sostenible. Gracias a sus características, el hidrógeno verde se perfila como una solución muy atractiva para descarbonizar aquellas industrias no electrificables, sobre todo aquellas con un alto consumo energético como la industria pesada (como la siderúrgica), el transporte pesado o la agroquímica (fertilizantes).
Debido a su potencial, el Gobierno de España ha puesto en marcha la denominada “Hoja de Ruta del Hidrógeno”, un plan que contempla la instalación de una red de 150 estaciones de repostaje de hidrógeno, también conocidos como hidrogeneras, para el año 2030. A nivel europeo, las instituciones, a través del programa RePowerEU, también darán un gran impulso al hidrógeno verde, marcando como objetivo para 2030 la producción anual nacional de 10 millones de toneladas de hidrógeno renovable.
El hidrógeno verde se perfila como un actor fundamental para lograr la tan ansiada transición energética y avanzar hacia la descarbonización de la economía. Todavía quedan algunas barreras por superar, pero, debido a sus características, el hidrógeno verde puede ser un complemento perfecto para las energías renovables, constituyéndose como una llave más para abandonar el uso de combustibles fósiles y para sentar las bases de una energía más limpia y sostenible.