Según datos de las Naciones Unidas, las ciudades, a pesar de solo ocupar el 2% de la superficie terrestre, consumen más de tres cuartas partes de la energía mundial y emiten más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero. El consumo de energía en las viviendas, las emisiones propias de la industria y el uso de vehículos que se nutren de combustibles fósiles, son los principales responsables de tales cifras. Es por ello, que la electrificación es la forma más eficiente y eficaz para no depender de los combustibles fósiles, y, en consecuencia, reducir las tasas de emisiones de gases de efecto invernadero. Ante esto, una de las soluciones para la descarbonización a las que puede optar el consumidor de energía es el uso de un vehículo eléctrico.
De hecho, en España, el sector de transporte es el mayor consumidor de energía final, representando el 43,9% del total, y siendo responsable del 29% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Ante esta situación, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) busca transformar esa energía en electricidad estableciendo la meta de crear lograr un parque de vehículos eléctricos de 5,5 millones para 2030. Sin embargo, las cifras demuestran que las ventas de vehículos eléctricos se están ralentizando, situando su cuota de mercado en 8,85%, una bajada considerable frente al 10,43% registrado en 2022. Pero, ¿Cómo podemos potenciarlo?
El primer paso: los puntos de carga.
Además de su considerable aportación al medio ambiente, la practicidad de los vehículos eléctricos debe ser un punto esencial para animar a los usuarios a realizar este cambio en su consumo eléctrico. Actualmente, España cuenta con alrededor de 37.000 puntos de recarga. Esta cifra está muy por debajo del objetivo de 80.000 a 110.000 infraestructuras para 2023 planteado en el Plan de Recuperación del Gobierno. Además, la potencia que estos puntos puedan ofrecer es esencial para asegurar tiempos de recarga menores e incentivar el uso del vehículo eléctrico como alternativa viable para viajar. Para ello, las inversiones en la red de distribución deben priorizarse para apostar por la conexión de puntos de recarga y fomentar la colaboración con la iniciativa privada.
Si nos fijamos en Europa, en países nórdicos como Noruega, los coches eléctricos representan más del 80% de las ventas. Hay camino para lograrlo.
Para que alcancemos nuestro objetivo de ser el primer continente en lograr cero emisiones, es esencial que todos los países adoptemos el coche eléctrico como un proyecto común.
La electrificación de la movilidad urbana es esencial para reducir las emisiones y avanzar hacia una energía más limpia. Asegurar la mejora de la infraestructura e incentivar a los consumidores a optar por un medio de transporte más sostenible es el primer paso para alcanzar los objetivos climáticos a nivel europeo y nacional.