La reindustrialización como clave de la economía española

En un contexto cambiante e incierto como el provocado por la pandemia o la guerra en Europa, es esencial asegurar la estabilidad económica del país para afianzar su capacidad de adaptación a las nuevas realidades. España tiene un peso industrial relativamente bajo, con un sector industrial que representa solo el 16% del Producto Interior Bruto (PIB) (frente al 20% de la media europea), lo que se traduce en un valor añadido bruto de 196.869 millones de euros. Por ello, la reindustrialización es necesaria para establecer unas bases de ingresos no supeditadas a los cambios sociopolíticos y afianzar la resiliencia de España ante situaciones adversas. Aumentar el peso del sector industrial en la economía mejorará la capacidad de respuesta en sectores estratégicos cruciales, que pueden sufrir cambios repentinos. Los beneficios obtenidos de tales inversiones orientadas a la modernización y expansión de la industria española son varios, desde la generación de riqueza hasta la producción de energías más limpias.

Si destacamos alguno de sus beneficios, en primer lugar, el sector industrial tiene la capacidad de ofrecer empleos duraderos y de calidad, frente a la temporalidad sufrida en otros sectores. Además, la formación especializada en la industria puede transferirse a otros subsectores, ampliando las oportunidades laborales. Actualmente, aproximadamente 3,8 millones de personas trabajan en el sector industrial y de la construcción en España, acercándose casi al 20% del total de ocupados, cifra que, con una reindustrialización, podría aumentarse considerablemente.

Por otro lado, el sector industrial proporciona mayor estabilidad económica debido a la menor elasticidad de la demanda de bienes industriales. Durante las recesiones económicas, los bienes industriales mantienen una demanda más constante en comparación con otros sectores más volátiles. Esta estabilidad es crucial para enfrentar periodos de crisis y asegurar una economía más robusta.

Pero, ahora bien, ¿cómo debemos afrontar la reindustrialización?

La respuesta es sencilla: la electrificación es esencial. Tal y como afirma la CEOE, conectar la industria a la red eléctrica es de vital importancia para impulsar el crecimiento económico. Y no es para menos: la industria española consume alrededor del 26% de la energía final total, lo que la posiciona como el segundo sector con más consumo de energía tras el transporte.

Por otro lado, la electricidad proveniente de fuentes renovables representa poco más del 30% del uso final de la industria española, mientras que los combustibles fósiles constituyen más del 55%, 10 puntos por encima de la media europea. Esto brinda la oportunidad de transformar el consumo energético y electrificar la industria, aumentando la producción de energías renovables y, por lo tanto, acercándonos a los objetivos de la Transición Energética.

España tiene una ventaja competitiva en cuanto a energías limpias gracias a la abundancia de recursos como el sol y el viento. Esta disponibilidad permite producir electricidad entre un 20 y un 30% más barata que la media europea. Aprovechar esta ventaja puede aumentar la competitividad, atraer nueva industria y fomentar el desarrollo de sectores electrointensivos.

Y, ¿de qué forma es posible la electrificación de la industria? El sector energético ha trabajado en nuevas tecnologías dedicadas al uso de electricidad en el sector industrial. Algunos ejemplos de ello son las bombas de calor de compresión, las calderas de electrodos y los hornos de infrarrojos. La adopción de estas tecnologías podría llevar a una electrificación del 70% en el consumo energético industrial, reduciendo significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera derivadas de la actual predominancia de combustibles fósiles. Mientras, por su lado, Europa ya ha comenzado a fomentar el desarrollo industrial mientras reduce la dependencia energética y avanza hacia la descarbonización, acercando las cadenas de suministro y promoviendo la producción local.

La descarbonización y electrificación de la industria son una oportunidad para hacerla más competitiva y lograr una economía más resiliente. La industria es un sector clave para construir un futuro sostenible para el planeta. Junto a ella, en el sector eléctrico debemos actuar de forma coordinada para aumentar la competitividad industrial y mejorar nuestra independencia frente a fluctuaciones geopolíticas internacionales.

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